lunes, 9 de mayo de 2011

viernes, 29 de abril de 2011

Grieta y pliegue II. Aceleración del tiempo y del espacio

Retomando el concepto de velocidad y de aceleración del tiempo y del espacio, me he topado con un texto de Paul Virilio que leí hace unos años, El Cibermundo, la política de lo peor. En el que el urbanista explora el significado social del desarrollo tecnológico.

La visión de Virilio respecto al desarrollo de las tecnologías (desde las de la información a la biotecnología) y su presencia absoluta en la sociedad puede ser interpretada como negativa; pero es en esa negatividad en la que subyace la posibilidad de reflexión sobre lo que acontece en la esfera de las tecnologías de la información y comunicación. Apuntar lo negativo en cualquier asunto es el punto de partida que nos aleja de la aceptación muda, e implica la reflexión. Según el autor, desde la crítica negativa surge el progreso.

Cuando Virilio habla de la pérdida del espacio -entendida como relativización del concepto de espacio y no como fin del mismo-, y de la tradicional medida humana del espacio; o habla de la pérdida del cuerpo, del paisaje y de la historia como realidades extintas, al menos en su forma “tradicional”; no deja de introducir una nueva lógica del funcionamiento del mundo, de las relaciones sociales y del pensamiento.

Pero, existe en el texto citado una reflexión sobre la democratización que traen consigo las tecnologías de información y sobre el poder, el control y el uso de las mismas, que me lleva a preguntar si es tal esa democratización global (de la información, de la producción de objetos digitales, de la interactividad, de la participación, de la cultura...) en el mundo digital y qué estrategias de poder se apoyan en el mismo u operan dentro de él. 

¿Cultura digital?

Este blog debe contener reflexiones sobre cultura digital. En una entrada anterior preguntaba: ¿Qué es cultural digital?. Aún no lo tengo claro.

¿Es nuestra cultura una cultura digital? En parte sí, supongo. Pero como todo este asunto me resulta aún un poco opaco, esbozaré unas dicotomías sobre las que partir: nuestra cultura es un todo en el que encontramos lo digital y lo analógico, lo virtual y lo presencial, lo físico-local y lo virtual-global. Estos opuestos pueden reflejar de forma burda la realidad; pero pueden servir para comenzar. Luego, podremos decir que lo digital, virtual y global quedan integrados en nuestra cultura, partiendo del desarrollo tecnológico y formando nuestra realidad.

Pero, entonces, ¿qué es cultura digital? ¿Es tan sencillo cómo decir que son los hechos culturales que acontecen en la esfera de lo digital, o aquellos que se sirven de los medios digitales para tener presencia real?

Quizá lo más sensato sea fijarse en lo obvio y no entretenerse en la reflexión estéril; entender nuestra realidad y ser conscientes de que el hecho cultural cambia según los cambios que se producen en nuestro entorno.

Sobre la ubicuidad, la presencia y la inmediatez. Sustitución del aquí por el ahora.

Sostener nuestra presencia, contacto y experiencia en nuestra vida diaria es vivirla; es decir, es el efecto de vivirla. La ubicuidad, la presencia y la inmediatez que otorgan las tecnologías de la comunicación cambian nuestra realidad cotidiana en la que lo virtual ha ganado una parcela de terreno a lo presencial, y en la que el marco de presencia local se expande a uno global del que formamos parte.