Sostener nuestra presencia, contacto y experiencia en nuestra vida diaria es vivirla; es decir, es el efecto de vivirla. La ubicuidad, la presencia y la inmediatez que otorgan las tecnologías de la comunicación cambian nuestra realidad cotidiana en la que lo virtual ha ganado una parcela de terreno a lo presencial, y en la que el marco de presencia local se expande a uno global del que formamos parte.
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