viernes, 29 de abril de 2011

Grieta y pliegue II. Aceleración del tiempo y del espacio

Retomando el concepto de velocidad y de aceleración del tiempo y del espacio, me he topado con un texto de Paul Virilio que leí hace unos años, El Cibermundo, la política de lo peor. En el que el urbanista explora el significado social del desarrollo tecnológico.

La visión de Virilio respecto al desarrollo de las tecnologías (desde las de la información a la biotecnología) y su presencia absoluta en la sociedad puede ser interpretada como negativa; pero es en esa negatividad en la que subyace la posibilidad de reflexión sobre lo que acontece en la esfera de las tecnologías de la información y comunicación. Apuntar lo negativo en cualquier asunto es el punto de partida que nos aleja de la aceptación muda, e implica la reflexión. Según el autor, desde la crítica negativa surge el progreso.

Cuando Virilio habla de la pérdida del espacio -entendida como relativización del concepto de espacio y no como fin del mismo-, y de la tradicional medida humana del espacio; o habla de la pérdida del cuerpo, del paisaje y de la historia como realidades extintas, al menos en su forma “tradicional”; no deja de introducir una nueva lógica del funcionamiento del mundo, de las relaciones sociales y del pensamiento.

Pero, existe en el texto citado una reflexión sobre la democratización que traen consigo las tecnologías de información y sobre el poder, el control y el uso de las mismas, que me lleva a preguntar si es tal esa democratización global (de la información, de la producción de objetos digitales, de la interactividad, de la participación, de la cultura...) en el mundo digital y qué estrategias de poder se apoyan en el mismo u operan dentro de él. 

¿Cultura digital?

Este blog debe contener reflexiones sobre cultura digital. En una entrada anterior preguntaba: ¿Qué es cultural digital?. Aún no lo tengo claro.

¿Es nuestra cultura una cultura digital? En parte sí, supongo. Pero como todo este asunto me resulta aún un poco opaco, esbozaré unas dicotomías sobre las que partir: nuestra cultura es un todo en el que encontramos lo digital y lo analógico, lo virtual y lo presencial, lo físico-local y lo virtual-global. Estos opuestos pueden reflejar de forma burda la realidad; pero pueden servir para comenzar. Luego, podremos decir que lo digital, virtual y global quedan integrados en nuestra cultura, partiendo del desarrollo tecnológico y formando nuestra realidad.

Pero, entonces, ¿qué es cultura digital? ¿Es tan sencillo cómo decir que son los hechos culturales que acontecen en la esfera de lo digital, o aquellos que se sirven de los medios digitales para tener presencia real?

Quizá lo más sensato sea fijarse en lo obvio y no entretenerse en la reflexión estéril; entender nuestra realidad y ser conscientes de que el hecho cultural cambia según los cambios que se producen en nuestro entorno.

Sobre la ubicuidad, la presencia y la inmediatez. Sustitución del aquí por el ahora.

Sostener nuestra presencia, contacto y experiencia en nuestra vida diaria es vivirla; es decir, es el efecto de vivirla. La ubicuidad, la presencia y la inmediatez que otorgan las tecnologías de la comunicación cambian nuestra realidad cotidiana en la que lo virtual ha ganado una parcela de terreno a lo presencial, y en la que el marco de presencia local se expande a uno global del que formamos parte. 

miércoles, 13 de abril de 2011

Digitalización de la escritura. Las formas de escritura y de conocimiento


La lectura lineal

La jerarquización de los contenidos sobre el papel, el cuerpo del texto, la notas al pie de página, las notas al final de capítulo y libro, la bibliografía, el glosario de términos, los prefacios, los índices, etc., forman un complejo sistema aprendido y descifrado por el lector “tradicional”.

Esta arquitectura moldeó una forma de conocimiento –o fue elaborada a partir de una forma de conocimiento- con características concretas. Aprendimos a manejar este tipo de escritura y ordenamos nuestro pensamiento según sus reglas. Desarrollamos una predisposición ante la lectura y ante la escritura acorde con su estructura formal. Tras la lectura, traducimos, en ocasiones, a otras formas de comprensión y de integración del conocimiento.

Me gusta pensar en este tipo de lectura como unidireccional, “para alante o para atrás” por un texto acotado en un espacio.

Para convertir en conocimiento lo leído en un texto mi mente fija imágenes en mi memoria, establece conexiones significativas –seguro que muchas veces inconscientes-, transforma los acontecimientos pasados en recuerdos posibles de ser recordados, se ayuda de conceptos simbólicos, relaciona con lo conocido anteriormente, discrimina y olvida parte de lo leído. Esto me recuerda al hipertexto.

Multilinealidad

El hipertexto implica al lector como autor de lo que lee. El lector elige, navega y construye una “narración” a partir de las múltiples posibilidades que ofrece la conexión entre textos. El medio del hipertexto favorece que el lector se convierta en autor. Términos como multidimensionalidad, multimedia y multilinealidad parecen apropiados para el hipertexto.

Independientemente de que la nueva formulación de la escritura, de la lectura y del texto se vea propiciada por la tecnología, deberemos atender a que todo confluye en una nueva articulación de nuestro pensamiento y de nuestra forma de conocimiento.

Derechos de los lectores de libros digitales

¿Hacia dónde vamos? Visión 20/20

Sobre el devenir de las tecnologías sociales en un futuro próximo.

¿Hacia dónde vamos?

martes, 12 de abril de 2011

sociedad de la innovación ← sociedad del conocimiento ← sociedad de la información ← abstracción ← visibilidad


La “digitalización de la sociedad” es un hecho, de una inercia que se me antoja imparable.
Ha ocurrido siempre, la tecnología se desarrolla y se mezcla en nuestras vidas.
Está bien, prefiero la cirugía no invasiva a llevar 15 grapas en la rodilla, me gusta comprar un billete sin tener que desplazarme hasta el aeropuerto. Además, no me gusta doblar planos de carreteras. Perfecto equilibrio parece. Y forma ya parte de nuestra cultura.   

Pero, hoy solo propondré dos pequeñas cosas que me pitan:

La número 1. El desajuste

Grieta y/o pliegue

Seguro que existe una brecha en la que algunos andamos entretenidos, esforzándonos por comprender, asimilar y explicar la totalidad. Ahí nos quedamos vigilantes ante demasiados frentes abiertos y con el deseo único de proteger y recomponer nuestra integridad. Y como es muy costoso atender a todas partes, nos quedamos quietos y vemos pasar las cosas. Siempre atentos sin llegar a ver la obviedad de lo que tenemos en frente, porque realizar cualquier movimiento podría desproteger aquello que atesoramos con celo; eso que podría abandonarnos y dejarnos solos. A lo mejor es que ya no podemos movernos.

Nos quedamos.

Otros arrojados se mueven sin miedo. Se lanzan sin guardar nada para la vuelta. Cuando se ha llegado a la mitad de algo decidir regresar al estado de inicio o avanzar a otro estado es la decisión a tomar. Estos se mueven en los pliegues de un continuo que cambia.

Continúan.  

La número 2. ¿Qué es la cultura digital?


Y una recomendación relacionada con la obsolescencia

lunes, 11 de abril de 2011

Grieta y pliegue


“Piense en la correspondencia… Antes las cartas eran importantes, evidentemente, por lo que se leía en ellas. Pero en una relación amorosa, por ejemplo, también existían el horror y la fascinación que suscitaba la espera de la carta. […] Hoy día, con el correo electrónico, incluso una relación amorosa se sitúa de alguna manera, en una especie de presencia: enviamos un correo, lo recibimos enseguida, respondemos inmediatamente. Por lo que a mí respecta, para los intercambios culturales esta muy bien. Pero no sé si los amantes serán más felices sin el desgarro de la espera…”
Umberto Eco. Citado en Soutif, D.,
"¿Serán los amantes más felices
sin eldesgarro de la espera?".
En Art i temps, CCCB.



Hace algún tiempo tuve la oportunidad de investigar sobre la concepción íntima del tiempo y del espacio partiendo de una intuición personal sobre la temporalidad; en aquel momento recuerdo haber escrito una “brevísima anotación al tiempo”:


Este tiempo que nos sitúa en una posición de incertidumbre e indeterminación y donde las referencias de causalidad y la certeza se han borrado un poco.


Tiempo de lo renovable, de lo desechable, de la inmediatez y del impacto como sustitutos de la contemplación y de lo persistente. Tiempo de cambio de piel, de crisis, de renacer, de acabar y de esperar.
La anotación quedó perdida en un sinfín de páginas que sirvieron de sustento a Terreno Llano -una instalación audiovisual que me entretenía y no acababa-; pero la sensación de vivir en un presente continuo e irreferenciado me derivó a concluir que es real el cambio en el uso e idea del tiempo y espacio en la época actual.

Augé argumenta en Los no lugares que la aceleración del tiempo es precursora de una de las transformaciones del mundo contemporáneo que llevan a nombrar la etapa actual como hypermodernité (sobremodernidad). El tiempo hoy se caracteriza por su ininteligibilidad debido a la pérdida de sentido de progreso. Esta pérdida se asocia a los acontecimientos históricos y a la necesidad de la búsqueda de identidad en elementos de un pasado cercano no comprensible y un pasado lejano excesivamente distante como para reconocerse en él.  
 
Pero, ¿qué provoca esta aceleración? Una respuesta posible para Augé es la hiperabundancia de acontecimientos que somos capaces de asimilar. Si se da un acontecimiento de relativa importancia para el hombre, se debe buscar la causa; se tiene que explicar históricamente para darle sentido. La facilidad para conocer acontecimientos es mayor porque las vías de comunicación son veloces. La historia se escribe mientras acontece y lo que acontece debe cobrar sentido en el momento de suceder. Cada persona se siente parte de la historia porque participa como nunca antes de la misma gracias al acceso a la información. Este es el punto en el que se torna compleja la relación de cada individuo con el resto de los acontecimientos de los que tiene noticia sin que su individualidad no se vea afectada.


Ahora somos partícipes de las diferentes temporalidades que conviven alejadas unas de otras y las relacionamos. Podríamos decir que el mundo se achica y el tiempo se multiplica. Con cierta nostalgia romántica descubrimos que no seremos el viajero entre un mar de nubes sobrecogido ante un paisaje sublime nunca antes explorado. Pero, también  podría ocurrir que el exceso de referencias –la  aceleración- nos haga  sentir realmente faltos de un asidero cómodo, asimilable y reconocible.







Caspar David Friedrich, "El caminante sobre el mar de nubes"



Informado, desinformado
Experiencia, inexperiencia
Contacto, ausencia de contacto

¿Llegaremos todos a alcanzar ese asidero? Y si llegamos, ¿sabremos usarlo? Si está muy alejado, será complicado alcanzarlo y nos costará mantener el equilibrio durante el viaje. Algunos se verán privados del acceso a esta ayuda, a esta herramienta útil. Sólo, a lo mejor, prueban a estirar sus brazos y su cuerpo, logrando alcanzar el asidero de puntillas.

Aprehensible

Los medios digitales propician una nueva forma de relación, de situación y de presencia del individuo en la sociedad. Por ejemplo, diremos que Internet es practicable, participativa, opinable, extensa, accesible. Pero, el desfase –generacional, de poder, educacional, económico- se ha trasladado del escenario analógico al digital y entre ambas realidades existe una relación de retroalimentación que las hace avanzar y diluirse en algunas fronteras.

La sociedad avanza siempre –no discutiremos el sentido-, no espera al que se entretiene; pero, siempre fue así.


Grieta y/o pliegue 


Doris Salcedo, "Shibboleth"